Uno de los servicios que ofrecemos en HAGO, es acompañar a las personas que por diferentes razones deben retirarse de las compañías en las que han laborado y que, por liquidaciones, reestructuraciones, temas financieros, fusiones, integraciones, pandemias, etc., quedan por fuera enfrentados a diferentes situaciones y emociones. Algunos reciben la noticia con rabia, otros con tristeza, aparece el desconcierto, la frustración, la ansiedad y muchas veces la impotencia.

Nuestro trabajo es convertir una situación que puede llegar a ser dramática, en una oportunidad de crecer y desarrollarse personal y profesionalmente. Los acompañamos desde el principio, desde el mismo momento de la noticia, y a partir de ahí les mostramos un mundo de posibilidades que se abre para ellos y que seguramente por estar inmersos y concentrados en el día a día no habían tenido la opción de revisar.

El caso de Ángel es maravilloso. Y es por esto que decidimos compartirlo. Recibió la noticia de su retiro y solo dijo: “Gracias”. Y siguió diciendo: “yo solo tengo palabras de agradecimiento para esta empresa, para sus directivos, para Dios que me brindó este espacio donde aprendí y crecí, para mis compañeros quienes siempre estuvieron dispuestos a apoyarme desde el inicio, para los dueños por generar espacios de trabajo que aportan al mejoramiento de nuestra calidad de vida y para todos quienes de una u otra forma permitieron que laborara y entregara mi conocimiento, experiencia, pasión y mi esfuerzo todos estos años”.

El pilar en la vida de Ángel es la gratitud. Agradece diariamente por poder respirar, ver, escuchar, saborear, oler, caminar, hablar… Agradece cada situación que se le presenta porque considera que de cada una siempre obtiene un aprendizaje para la vida. No permite que la victimización, la rabia y el resentimiento habiten en él. Todo lo contrario, decidió hacerse responsable de su vida, sonreírle al mundo y ser el protagonista de su historia.

Ángel salió y a las tres semanas inició en un nuevo empleo con muchas mejores condiciones tanto salariales como emocionales. En las tres semanas que estuvo cesante era el primero en conectarse a los talleres y entrenamientos, atendía con humildad nuestras recomendaciones, participaba activamente en las charlas y ni una sola vez sacó excusas para no asistir a las sesiones.

El caso de Ángel es digno de compartir porque el éxito y la magia están en su corazón. Está colmado de gratitud. Y cuando tenemos tantos motivos por los que agradecer y ninguno para resentir, justificar o quejarnos, se generan diferencias y se logra la verdadera paz, tranquilidad y felicidad. Esa felicidad que te lleva a ver la vida con colores brillantes y que, a pesar de las difíciles circunstancias y muchas adversidades, te invita a agradecer y a convertirlas en oportunidades que te hacen más fuerte y mejor ser humano.

Gracias Ángel por darnos esa maravillosa lección de vida. Fuimos testigo de la teoría convertida en realidad. ¡Gracias a la vida por permitirnos conocer a muchos ángeles!